EL MONTE CHUCHU

Hace unos años en un pueblecito de Navarra llamado Ujué un chico de la capital llamado Fermín, acompañado por su perro Chispa, fue a visitar uno de sus montes: El monte Chuchu.

Fermín era alto como un pino, de piel y pelo morenos y ojos verdes. Le gustaba mucho la naturaleza y sabía mucho de monte, aunque fuera de ciudad. Después de mucho andar llegaron al monte. Se quedaron sorprendidos por las vistas que veían desde la cima. A Fermín le entró el hambre y decidió sentarse a comer. Mientras comía,  Chispa se echaba una siesta pero de repente la niebla les invadió. Fermín, muy asustado, decidió recoger todo y marcharse cuanto antes porque si se quedaba allí lo más seguro sería que no encontrara el camino de vuelta.

De repente Chispa olió un conejo y salió corriendo detrás de él. Fermín preocupado fue detrás del perro pero se resbaló y cayó en un agujero. Todo estaba oscuro y hacía mucho frío. Fermín oyó una voz que le dejó muy asustado. Después de unos segundos un zorro apareció y empezó a hacerle preguntas. Fermín estaba alucinado al ver que ese animal le hablaba. El chico pensó que al resbalarse se hubiera dado un golpe en la cabeza y estaría viendo visiones. El pobre se desmayó.

Pasado un rato,  junto a Fermín estaban el zorro y su perrito Chispa. El zorro volvió a intentar hablar con él y esta vez lo consiguió. El animal salvaje les dijo que podían contar con él para lo que quisieran. Entonces Fermín le preguntó si sabía como volver al pueblo. El zorro les explicó que con esa niebla era imposible bajar así que tenían que esperar a que la niebla despejase. Después de unas largas horas el animal les comunicó que la niebla se había ido y que ya podían bajar. Fermín y Chispa le dieron las gracias y se marcharon.
Todos los días Fermín y su mascota se acuerdan de aquel día.