EL LAPICERO MÁGICO

Érase una vez un niño que era muy  listo y le ascendieron un curso. Al niño, ese curso le parecía demasiado difícil y no conseguía entender ninguno de los ejercicios. Su padre al ver que era tan listo le regaló un lapicero de la marca Magic. Lo que el pequeño no sabía era que ese lapicero tenía mucho que ver con el nombre de la marca. Aquel lapicero era mágico de verdad, pero él aun no lo había descubierto. Un día se puso a hacer un problema muy complicado de matemáticas y el lapicero se iluminó. A continuación se puso a correr por todo el cuarto de estar. El muchacho no conseguía cogerlo y al final acabó encima del cuaderno donde se encontraba el problema y lo resolvió con toda la rapidez posible. El niño se quedó asombrado de lo que el lápiz había hecho, lo cogió con todas sus fuerzas para que no se escapara y a continuación le dijo: “Si quiero ser alguien de mayor será mejor que haga todo por mí mismo” Y lo acabó encerrando en un cajón.  

El chico suspendió  matemáticas pero estuvo orgulloso de rechazar al maravilloso lapicero que le regaló su padre.   

MARCOS         

 

 

EL ÁRBOL DE CHOCOLATE

Un día un niño decidió  irse de casa para ir a buscar un árbol de chocolate. Tenía el mapa. Tenia que ir en avión, en barco y en coche. Se puso a hacer lo que le decía el mapa. Cada vez que pasaba por una prueba la tachaba hasta que un día llegó al árbol pero no había chocolate. Era mentira. De repente vio una llave en lo alto del árbol. Escaló pero no podía  cogerla. Construyó una catapulta y consiguió coger la llave pero había salido con tanta fuerza que estaba otra vez en casa. Así que corrió como el viento y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en el árbol. Metió la llave en el árbol y salió chocolate. Se lo comió todo y se fue a casa.

ÍÑIGO

EL ÁRBOL DE LA FELICIDAD

Un día después de salir del colegio Juanito Risitas le pidió a su abuelo que le contara una leyenda para poder hacer los deberes. El abuelo después de tanto pensar recordó una que era muy bonita y que seguro que a su nieto le iba a gustar, entonces empezó a relatarla:

Érase que se era en un pueblo de Andalucía vivía un pobre campesino llamado Pepe. Era tan pobre que no podía pagar unas deudas que debía al banco y si no las pagaba en una semana el banco haría que quemaran su casa. Los amigos de Pepe no le querían ayudar porque sabían que si ellos le ayudaban él no les devolvería lo que le prestaron. Pepe, sin ninguna esperanza, empezó a hacer las maletas para marcharse de allí. Fue a la plaza del pueblo y se despidió de todas las personas que conocía. El campesino iba caminando por las afueras del pueblo cuando de repente apareció enfrente suyo una anciana muy amable que le dijo:

– Toma buen hombre, planta este árbol en lo alto de esa colina y dentro de una hora trendrás lo que tú quieras.

Pepe hizo caso a la anciana y plantó el árbol en la colina aunque pensaba que la anciana estaba loca. El campesino se quedó allí esperando durante una hora cuando de repente brotó de la tierra un árbol con muchos papeles y bolígrafos. Pepe cogió un papel y un boli y escribió:

“QUIERO PAGAR MIS DEUDAS DEL BANCO” y dejó la nota otra vez en el árbol. Entonces apareció en su mano un saco lleno de monedas con las que fue a pagar las deudas al banco. Después escribió en otro papel:

“QUIERO SER EL HOMBRE MÁS RICO DEL MUNDO Y TENER UN PALACIO EN LO ALTO DE ESTA COLINA”

Y así fue. Apareció un enorme palacio en la colina y Pepe vestido con un traje negro. Se metió la mano al bolsillo y sacó unas llaves de oro con un llavero en el que ponía: ”RIQUEZA”.

Al enterarse todo el pueblo de esta gran noticia quisieron ir a pedir sus deseos al árbol pero el árbol sólo le concedía deseos a Pepe. El hombre les dijo que  lo  sentía pero como ellos no le quisieron ayudar él tampoco iba a hacer nada por ellos.

– Y fin -, dijo el abuelo de Juanito:

-¿Te ha gustado?

–  Me ha encantado- contestó Juanito- Ahora ya tengo una historia para mis deberes.

Y en ese momento Juanito Risitas empezó a escribirla.

MARÍA

 

LA PIEDRA MÁGICA

Había una vez un niño pequeño y rubio que caminaba solo y triste porque habían muerto sus padres. Mientras caminabas se tropezó y se cayó. Miró hacia atrás y vio una piedra bonita y reluciente que brillaba a la luz del sol. L acogió y se dijo a si mismo: “Qué bonita eres, vas a ser mi mejor  amiga y te cuidaré siempre”. Al cabo de un rato la piedra le dijo:

– Sé lo que te pasa y quiero ayudarte.

El niño,  con una sonrisa de oreja a oreja,  le contestó:

– Muchas gracias. Lo único que quiero es conseguir de nuevo a mis  padres.

– Toma este papel, léelo y pronúncialo en voz alta.

Así lo hizo y sus padres volvieron con él. El niño Matías, sus padres y la piedra vivieron muchos años felices y contentos.

LORENA