Había una vez un niño pequeño y rubio que caminaba solo y triste porque habían muerto sus padres. Mientras caminabas se tropezó y se cayó. Miró hacia atrás y vio una piedra bonita y reluciente que brillaba a la luz del sol. L acogió y se dijo a si mismo: “Qué bonita eres, vas a ser mi mejor amiga y te cuidaré siempre”. Al cabo de un rato la piedra le dijo:
– Sé lo que te pasa y quiero ayudarte.
El niño, con una sonrisa de oreja a oreja, le contestó:
– Muchas gracias. Lo único que quiero es conseguir de nuevo a mis padres.
– Toma este papel, léelo y pronúncialo en voz alta.
Así lo hizo y sus padres volvieron con él. El niño Matías, sus padres y la piedra vivieron muchos años felices y contentos.
LORENA