En un rincón de la calle San Fermín de Pamplona, un gato con cola corta y bigotes que le llegaban hasta el ombligo se rascaba la cola en una ventana soleada. Quería recorrer el mundo.
Un día se le ocurrió una idea: recorrer el mundo en avión, barco, coche y tren. Al día siguiente empezó su viaje. Visitó muchos países como Italia, Francia, Alemania y Argentina. Para ir a Argentina tuvo que montarse en barco. En ese país conoció al gato Milito. Se hicieron tan amigos que se quedó a vivir allí con él. No siguió su viaje porque allí era muy feliz.
Otro día seguirá conociendo mundo, pero lo hará con su amigo Milito.