Había una vez un chico que se llamaba Juan. Un día sus padres le apuntaron a fútbol sala. Al día siguiente sus amigos de fútbol se reían de él porque no metía ningún gol. Un día comiendo se le cayó un diente. Cuando se fue a la cama se durmió y vino el Ratoncito Pérez y le dejó unas zapatillas muy, muy chulas. A la tarde se puso las zapatillas y metió muchos goles.