LOS CINCO AVENTUREROS

Había una vez cinco niños que hacían inventos como la torre Eiffel en una maqueta de hierro y otras cosas más. Un día decidieron construir un submarino para investigar los ríos de la zona. Su submarino era de metal y pintado con calaveras, parecido a las gorras de los piratas.

Cuando terminaron el submarino se compraron trajes de submarinismo y se fueron a las aguas de aquellos ríos.

Ya navegaban por allá y de repente se encontraron con un monstruo que dormía más pancho que mi tía abuela Eugenia. Todos,  mis amigos y yo, empezamos a lanzarle palos hasta que se despertó.

Entonces empezó a atacarnos y nosotros nos asustamos y echamos a correr con el submarino. Al acabarse la gasolina de nuestro submarino llamado Turbofurgo, el monstruo se volvió loco y se puso a golpear contra nosotros su gran cocorota.

A mí se me ocurrió una cosa. Recordé que le habíamos puesto un depósito turbo y le cliqué al botón para poner en marcha el sumergible.

En ese momento el submarino salió pitando acabando en el corral de mi tía abuela Eugenia haciendo que se despertara. Todos volvimos a casa sanos pero con el culo rojo de las tortas que nos pegó la tía abuela.

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