Érase que se era una familia de BMV de todos los modelos. El padre era blanco y tenía 15 años, la madre era rosa y tenía 10 años y los más pequeños todos azules con 2 años de edad.
Un día apareció por casualidad en su casa un cochecito de carreras de marca Mini. La madre de los BMV vio que era muy mono y quiso quedárselo. Pero su marido no le dejó porque vio que tenía una matrícula en la que ponía Tobi y pensó que tenía sus propios padres. El padre decidió llevarlo con su familia.
Fue buscando por toda la ciudad preguntando a ver si conocían a su familia. De repente se acordó que en la matrícula de los coches más pequeños era obligatorio llevar la dirección de su casa y el teléfono. El padre de los BMV llevó a Tobi a casa de su familia.
La madre, que estaba muy agradecida por haber encontrado a su hijo, les invitó a todos a cenar y desde entonces los BMV y los Minis fueron muy amigos.