Había una vez un pastor llamado Roberto. Tenía cien ovejas, estaba muy contento con ellas. Un día una de sus ovejas tuvo un cordero y Roberto se lo llevó a casa hasta que se hiciera mayor. Pasaron dos años y Roberto bajó al cordero al corral y a la noche el cordero se escapó. A la mañana siguiente Roberto fue a buscarlo, le llamó y le llamó pero no le hacía caso. Pasaron dos días y volvió a buscarlo por Rusiana, se subió a un monte y lo vio enganchado en una zarza, bajó, lo cogió y se lo llevó al corral. No se volvió a escapar y fue feliz.