EL MILAGRO DE TOBI

El 12 de abril del 2004 me levanté de la siesta y  me encontré al salir de casa a un perrito que en su collar ponía «Tobi». Era un perro marrón, su cuerpo era pequeño y sus patas eran blancas. Tobi tenía  muy mal aspecto, su pelo se le caía y me pedía a gritos que le ayudara. Al cabo de un rato, apareció su dueño que era gordo, feo y tenía mal genio. Yo le pregunté por su nombre y él me dijo que se llamaba Mario, pero, yo noté que no le hacía mucha gracia que yo estuviera acariciando a su perro. Al cabo de un rato, Mario subió a su casa y bajó con una escopeta. Yo me quedé paralizada sin entender lo que quería hacer con eso. Tuve dudas de si pretendía matarme a mí o al perro, pero, al rato entendí que no iba conmigo la cosa. Tobi no paraba de ladrar, su cuerpo temblaba y parecía tener peor aspecto que antes.  Yo empecé a gritar e intenté hablar con Mario y le pregunté la razón por la cual quería matar a ese perro. Él me dijo que su perro no cazaba muy bien y siempre que lo sacaba a cazar iba detrás de él. Por eso quería matar al pobre Tobi. Yo intenté calmar la situación e intenté convencerle de que era un perro muy bonito y que igual con el tiempo llegaría a cazar. A Mario le faltaba poco para disparar cuando yo me lancé hacía él y le dije que si mataba al perro antes me mataba a mí. Él se enfado conmigo y me dijo que le dejara en paz que cada uno hacía con su  perro lo que quería. Yo le dije que me diera a Tobi, que yo iba a cuidar muy bien de él y que nunca le iba a faltar de nada. Mario no dudó ni un segundo y me dijo que le daba igual como lo cuidara, que él lo único que quería era deshacerse de él y por eso no le importó dármelo. Dos meses después, me encontré al dueño y me preguntó por Tobi, algo que no me habría esperado nunca de él. Yo le dije que estaba bien y que parecía otro. Él me pidió perdón por lo ocurrido y yo le perdoné.

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