EL MIRLO Y EL ZORRO

Había una vez un Mirlo que no paraba de volar y volar porque si bajaba abajo un zorro se lo comería y si se ponía en lo alto de un árbol el zorro subiría y se lo zamparía.
Un día de tanto volar llegaron a un bosque con quinientos árboles. Estaba muy oscuro porque los pinos tapaban la luz del sol. El Mirlo asustado lanzó su grito de ayuda pero en vez de venir sus amigos salieron volando unos treinta murciélagos sucios y negros. El zorro,  cansado de perseguir al Mirlo se echó una siesta. Mientras dormía,  el Mirlo escapó y no volvió a ver al zorro. Cuando el zorro despertó y vio que el Mirlo no aparecía, pensó que se lo había comido algún animal y se marchó.

LA LECHUZA

Había una vez una lechuza que vivía en las cuevas de Zugarramurdi. Por la noche bajaba al pueblo a comer. Un día bajó y un hombre le vio que entraba en la iglesia. Sonó la alarma. Toda la gente de Zugarramurdi se despertó y  la alarma estuvo una hora sonando.

Las brujas salieron a ver lo que pasaba y se quedaron en la calle.

La lechuza salió de la iglesia, le cagó a una bruja en la cabeza y se fue a su cueva. Colorín,  colorado, este cuento se ha acabado.

 

 

LA GALLINA JUANITA

HABÍA UNA VEZ UNA GALLINA QUE SE LLAMABA JUANITA. UNA MAÑANA SE LE ROMPIÓ UN ALA CUANDO SE DESPERTÓ.

JUANITA LE LLAMÓ A SU MADRE Y LE DIJO:

– MAMÁ, SE ME HA ROTO UN ALA

YA TE LLEVARÉ AL VETERINARIO

FUE AL VETERINARIO, LLAMÓ A LA PUERTA, LE ABRIÓ LA PUERTA EL VETERINARIO Y LE DIJO EL VETERINARIO:

– BUENOS DÍAS

– SE ME HA ROTO UN ALA

– YO TE CURARÉ. SIÉNTATE EN ESA CAMILLA.

EL VETERINARIO LE DIJO QUE LE PONDRÍA OTRA ALA Y DIJO JUANITA QUE SÍ.

– YA TE PUEDES IR Y CUANDO TE LLAME TE PONDRÉ EL  ALA.

JUANITA SE FUE A CASA CON SU MAMÁ Y AL POCO TIEMPO LE LLAMÓ EL MÉDICO. LA GALLINA FUE AL MEDICO, LE PUSO UN ALA NUEVA Y LE DIJO:

– HASTA DENTRO DE DOS MESES NO PUEDES VOLAR.

SE FUE A SU CASA Y VIVIERON FELICES.