Historia de nuestra araña tigre
El 9 de septiembre encontramos a nuestra araña tigre en el huerto. Estaba en su telaraña colgada boca abajo. A partir de aquel día empezamos a investigar sobre la araña tigre. Todos los días íbamos a visitarla al huerto, le sacábamos fotos y la observábamos.
El 24 de septiembre vino otra araña tigre y se colocó cerca de la otra telaraña. Había dos arañas. El 29 de septiembre una araña se fue y la telaraña estaba rota. Nosotros pensábamos que la rompió un gato. El día anterior llovió y sopló un fuerte viento.
El 30 de septiembre la araña desapareció. Al cabo de 10 días apareció una de las arañas y el 14 de octubre vimos a la araña escondida entre las hojas de la parra porque hacía frío, el termómetro marcaba 7 grados. Al cabo de tres días la araña no estaba en su tela y la telaraña estaba destrozada. Ya no había arañas tigre en el huerto.
Hemos tenido arañas durante 38 días. Esta araña cuando hacía mucho calor lo aguantaba y cuando hacía mucho frío se protegía detrás de la parra.
Un día fue Esther a la noche al huerto y vio que había otra araña que no era la tigre. Era nocturna pero no estudiamos como se llamaba, ni cómo era, ni qué hacía.
La ooteca
El 18 de octubre Rosa Pijuán nos dio una ooteca muy grande y gorda que estaba en Pipiratu cerca de su casa y de su corral colgada en una mata de ilaga. La araña que la hizo se murió porque trabajó mucho haciendo seda para hacer la ooteca.
La pusimos en una maceta y la sacamos a la ventana para que no se axfisiase, viviera muy bien y no salieran antes de tiempo las arañas de su ooteca. Un día anduvo mucho aire y se llevó la ooteca. Rápidamente bajamos al campo para ver si la encontrábamos y hallamos otra que estaba debajo de la escuela, en un arbusto superseco. La cogimos y la dejamos dentro de la clase porque si no iba a pasar lo mismo, se la iba a llevar el viento.
Un día nos parecía que no había nada en la ooteca. Al día siguiente, el 28 de abril, la abrimos y vimos a las arañas tigre que jugaban y corrían mucho. Parecía que estaban jugando a la guilabá. Nada más nacer empezaron a hacer su tela y se colgaban. Las metimos en una caja con la ooteca y vimos que no se morían y cada vez salían más. Las arañas tenían una bolsa blanca con hilicos de seda en su abdomen. Les echamos una mosca y no se la comieron. No les dábamos de comer y no se morían. Unos días después casi todas las arañas se ponían buscando el sol.
Nacieron 307 arañas y se murieron 21 en la ooteca. Las 286 arañas que quedaron vivas las echamos al huerto junto a las plantas aromáticas. Las arañas se han escapado de las plantas aromáticas a otro sitio o igual se las han comido sus depredadores.
La ooteca por dentro parece de algodón. Es blanda, suave y flexible. Es marrón y blanca. En su interior tiene seda de araña que sirve de manta para los huevos, es pegajosa y se estira 3 m con 47 cm. Por fuera es negra, blanca y con arrugas. La ooteca es bastante impermeable porque si le echamos agua no traspasa pero si le vertimos demasiada se pasa un poco. Lo único que puede entrar y salir es el aire porque sino se quedarían sin oxígeno para respirar las arañitas.