EL PEQUEÑO OSO PERDIDO EN EL BOSQUE

Había una vez un oso que se llamaba Licho. Un día se alejó de su madre. Por la noche no sabía volver a casa y se durmió. A la mañana siguiente estaba en un circo y la gente le echaba comida. Estaba muy triste. Después de ocho años tenía doce y aún estaba en la jaula. Al final se escapó,  recordó el camino a casa pero cuando volvió su madre estaba enferma pero él con un gran beso la curó y el resto de sus vidas se lo pasaron muy bien. Esto es todo.

LOS VALIENTES PECES

Hace mucho tiempo, en el inmenso océano, un pequeño pececillo azul llamado Martín encontró al Pez de los Chichones tumbado en el suelo sin moverse.

El pequeño se acercó para ver si se encontraba bien. Martín le hablaba pero el Pez de los Chichones no respondía, entonces fue a buscar ayuda. En ese momento pasaba por allí el Pez Espada y el pequeño animalito le contó lo que estaba sucediendo para que le ayudase. Los dos fueron a visitarlo. Afortunadamente el Pez Espada pudo reanimarlo y el herido les contó que le dolía mucho el estómago y que no se podía levantar.

En menos de unos segundos todos los peces de esa zona formaron un circulo dejando al pequeño pez azul, al Pez Espada y al Pez de los Chichones en el centro. Todos los demás peces que formaban el círculo empezaron a hablar pero el Pez Espada les mandó callar enseguida.

Martín comentó que se podía curar con las algas rojas; pero el problema era que esas algas sólo crecían al otro lado de la cueva de los monstruos marinos. Nada más terminar de hablar apareció el Pez Arcoiris, el pez más valiente de todos. El recién llegado dijo que se ofrecía voluntario para ir a por las algas y Martín se ofreció también. Los dos empezaron a nadar.

Después de unas horas llegaron a la cueva pero ninguno se atrevía a entrar, entonces recordaron la cara de dolor que tenía el Pez de los Chichones y decidieron entrar. Una vez dentro el Pez Arcoiris sugirió nadar muy deprisa para pasar esa parte de la cueva lo antes posible. Martín estaba totalmente de acuerdo así que nadaron lo más rápido que sus pequeñas aletas les permitían. Pasados unos minutos vieron las algas rojas y se abalanzaron sobre ellas como balas. Cada uno cogió un puñado y se dieron la vuelta para marcharse. La idea de pasar otra vez por la cueva les aterraba pero no había otra salida. Al entrar el Pez Globo de cinco ojos, uno de los monstruos de la cueva salió para atacarles pero los animalillos se dieron cuenta enseguida y empezaron a nadar muy deprisa. Por fin lograron salir de ese sitio. Los dos se sentían muy bien al salir con vida, también se sentían bien porque iban a ayudar a su amigo,  el Pez de los Chichones.

Esa misma tarde Martín y el Pez Arcoiris llegaron a donde estaba el Pez de los Chichones y le entregaron las algas rojas. El pez  las masticó y después de unos segundos se levantó y les dijo que se sentía muchísimo mejor. Les agradeció lo que habían hecho por él y les dijo que si alguna vez querían o necesitaban algo que no dudasen en pedírselo. Todos felices y contentos se marcharon a sus casas después de ese día tan largo. Ninguno de los peces olvidará nunca este día tan emocionante.

LA PRINCESA, EL REY Y LA BRUJA

REY OIER

EL REY

BRUJA IBAI

LA BRUJA

princesa Fátima

LA PRINCESA

 

HABÍA UNA VEZ UNA PRINCESA Y UN REY QUE VIVÍAN EN UN CASTILLO GRANDE, HERMOSO, CON CUATRO TORRES, ALGUNAS ALTAS Y ALGUNAS BAJAS. UNA NOCHE LLEGÓ UNA BRUJA AL PALACIO, IBA ANDANDO Y SE LE CAYÓ UN JARRÓN QUE ESTABA SOBRE UNA MESA. EL JARRÓN HIZO ¡CLAS!. LA BRUJA SE ESCONDIÓ.

VINIERON EL REY Y LA PRINCESA Y VIERON A LA BRUJA.
– HE VENIDO AL PALACIO PORQUE TENÍA FRÍO – DIJO LA BRUJA
– PERO, ¿ POR DÓNDE HAS ENTRADO SI NO TENÍAS LLAVE?
– HICE MAGIA POTAGIA Y ENTRÉ.
– NO QUIERO A LA BRUJA – DIJO LA PRINCESA
– ¡SAL DE MI PALACIO PORQUE HAS ROTO MI JARRÓN! ¡VETE YA! ¡PÁGAME EL JARRÓN! – DIJO EL REY

EL REY Y LA PRINCESA SE FUERON A DORMIR Y LA BRUJA SE QUEDÓ EN LA CALLE MUY TRISTE. ENCONTRÓ UNA CASA Y DURMIÓ. SE HIZO LA MAÑANA Y EL REY Y LA PRINCESA SUBIERON A LA TORRE.
LA BRUJA SE ACORDÓ DEL JARRÓN,  FUE A LA TIENDA A COMPRARLO Y LO COMPRÓ. LA BRUJA CON EL JARRÓN METIDO EN UNA BOLSA VERDE FUE AL CASTILLO. LE ABRIERON LA PUERTA DOS SOLDADOS PORQUE SABÍAN QUE ERA BUENA.
– OYE, AYER POR LA NOCHE ROMPÍ UN JARRÓN SIN QUERER. EL REY ME DIJO QUE LO TENÍA QUE PAGAR – DIJO LA BRUJA.
LOS SOLDADOS LE DIJERON QUE EL REY ESTABA SENTADO EN SU SILLÓN. LA BRUJA SE FUE ANDANDO Y LLEGÓ AL SALÓN DEL REY.
– TOMAD VUESTRO JARRÓN. ¿ME INVITÁIS A MERENDAR?
-SÍ, SÍ. GRACIAS – DIJO EL REY.
MERENDARON SANDWICH Y PLÁTANOS Y SE FUE LA BRUJA CONTENTA Y FELIZ A SU CASA.

EL GATO QUE QUERÍA CONOCER MUNDO

En un rincón de la calle San Fermín de Pamplona, un gato con cola corta y bigotes que le llegaban hasta el ombligo se rascaba la cola en una ventana soleada. Quería recorrer el mundo.

Un día se le ocurrió una idea: recorrer el mundo en avión, barco, coche y tren. Al día siguiente empezó su viaje. Visitó muchos países como Italia, Francia, Alemania y Argentina. Para ir a Argentina tuvo que montarse en barco. En ese país conoció al gato Milito. Se hicieron tan  amigos que se quedó a vivir allí con él. No siguió su viaje porque allí era muy feliz.

Otro día seguirá conociendo mundo, pero lo hará con su amigo Milito.

EL CONEJO Y SU HORROROSO VIAJE AL ESPACIO

Hace muchos, muchos años un conejo gordo, caprichoso y alegre llamado  Andreola quería hacer una cosa que no era normal para sus amigos del pueblo. Estaba aburrido  porque siempre hacía lo mismo y quería marcharse para siempre al espacio, conocer otro tipo de cosas. Sus amigos le repetían una y otra vez: “Andreola, no vayas al espacio que no hay nada, no tienes familia allí ni a nadie con quien jugar, tu vida será más aburrida que ésta, ya lo veras”.

-Calla charlatán, ya sé que me lo dices por mi bien, pero tú sabes que yo soy muy caprichoso y lo que quiero lo consigo.

El conejito fue a su casa de paja, hizo la maleta, se despidió de su familia y se dirigió a su nuevo hogar. Al cabo de minutos, horas y años Andreola llegó al espacio, y se dijo a sí mismo: “¿Pero qué es esto? Todo esta flotando y yo me caigo por todas partes ¡qué chupi, esto me encanta!” Andreola se fue para ver donde se iba a instalar, entonces vio un sitio llano y perfecto para él. Al cabo de meses Andreola estaba flaco y deshidratado, no tenia fuerzas ni ganas de vivir.

-¡Jolín! Le tenia que haber hecho caso a mi amigo. ¡Si es que soy tonto! –se decía a si mismo

De pronto vino una conejita muy guapa y le dijo a Andreola:

-Te he estado espiando toda esta semana y veo que no estás muy contento. Yo creo que te deberías de ir a tu país porque aquí no eres feliz.

-Creo que tienes razón,  necesito a mi familia y algo de comer para seguir en pie.

El conejo dio rumbo a su nuevo destino  y al final llegó.

-Pero, ¿que haces aquí hijo mío?

-Pues ya ves mamá, en el espacio no había nada para comer y ya sabes que yo necesito alimentarme y a alguien con quien jugar.

– Me alegro de que hayas venido.

Andreola fue a ver a su amigo y le dijo:

-Con esto he aprendido a ser menos caprichoso y a hacer caso a la gente.

-Bueno, por lo menos me alegro de que hayas ido porque has aprendido las consecuencias que te han traído ser tan caprichoso y has visto otro mundo diferente a este. Además vas a ser famoso porque has sido el segundo conejo que ha ido al espacio.

-Gracias por tu amabilidad y por no haberte enfadado conmigo.

Andreola fue famoso por el mundo entero. Ahora vive en un enorme castillo hecho de piedra junto con su familia, su esposa y su gazapito.

 

 

EL RATÓN Y EL GATO

En el año 1975, vivían en una granja un ratón fuerte, pequeño y generoso y un gato totalmente diferente al ratón:era débil, grande y egoista. El gato guardaba la comida en una caja fuerte con llave y solamente podía abrirla él. El ratón tenía un problema, necesitaba comida para alimentar a su familia numerosa pero el gato  quería toda la comida  para él y no le dejaba coger,  ni siquiera,   un poco de queso. El ratón  Pachilin lo intentaba una y otra vez pero no lo conseguía. Pachilin vio que su familia se estaba muriendo de hambre, entonces se enfadó de tal manera que cogió un tirachinas y una patata y gritó con voz de trueno:

-¡Gato asqueroso te vas a enterar de lo malvado que soy!

El gato oyó lo que decía el ratón y respondió:

-Esta tarde nos vemos y habrá un combate, quien lo  gane se queda con la granja y con toda la comida que haya.

Pachilin entrenó y entrenó hasta ponerse como un toro de fuerte. Llegó la hora y toda la gente del pueblo se encontraba nerviosa. El gato le dio un puñetazo pero el ratón se levantó y siguió luchando hasta terminar el combate. El ratón ganó y todos estaban contentos de que la granja fuera para él, porque se lo merecía.

Días más tarde Pachilin como era tan generoso y vio al gato disgustado y triste a pesar de lo que le había echo el gato, le dijo:

– Sé que no te has portado como debías pero no quiero que te quedes sin techo, vivirás con nosotros.

El gato respondió:

-¡Oh! Muchas gracias, siento haberte hecho sufrir, me has demostrado que eres un amigo de verdad que vale mucho pero mucho, como el mejor.

Todos vivieron en paz y armonía en la hermosa granja.

 

 

LA GALLINA Y LA BRUJA

Hace muchos años una gallina que vivía en una granja decidió escaparse porque quería conocer a gente.

Por la  mañana se escapó sin que nadie se enterara. Al cabo de unos días se encontró con un rey con verrugas en la cara.

–         ¡Qué verruga más fea tienes, rey!

–         ¿Cómo te atreves a decirme eso?

–         Pues diciéndolo.

–         ¡A la mazmorraaaaaaa!.

Al llegar a la mazmorra se encontró con una bruja.

– ¿Por qué estás aquí?- dijo la gallina

– ¿Y tú?

– Dímelo tú antes

– Porque le dije al rey que tenía una verruga muy fea

– Y yo por lo mismo.

La bruja tenía un sombrero mágico y con el rompió la mazmorra. Salieron y la bruja llamó a su escoba. La escoba fue. La bruja le dijo a la escoba:

– ¡Llévanos a casa!

Y la escoba obedeció y les llevo a casa. La gallina se quedó allí a vivir con la bruja porque le cuidaba mejor que el granjero

Allí vivieron muy felices y comieron muchas perdices.

FIN

 

 

EL FARO Y LA TIJERA

Hace tres semanas en el viejo puerto de Valencia un barco tijera estaba muy sucio y cada vez que se adentraba en el mar, vomitaba. Un día se adentró en el mar y vomitó como un cuto, al final se durmió. A la una de la madrugada, en Canarias, se chocó contra un faro y se dio la vuelta del impacto. Se despertó, y vio que tenia un bollo pero estaba limpio. Se dio la vuelta y le dijo al faro:

– Lo siento mucho

Da igual porque ya me han pegado muchos barcos. Mejor que te quedes aquí y mañana marches.

El barco tijera le hizo caso y se quedó a dormir en esa ciudad. A la mañana siguiente fue a Benidorm, se comió un susi y ya no vomitó más en el mar. Volvió a su pueblo y nunca se separó del puerto.

Colorin colorado este cuento se ha acabado.