LA BULA PAPAL

REVERSO DE LA BULA

REVERSO DE LA BULA DE INOCENCIO VI

 

EL ANVERSO DE LA BULA

ANVERSO DE LA BULA DE INOCENCIO VI

La bula, en tiempos de los romanos, era una medalla en forma de esfera usada por los niños libres. La costumbre procede de Etruria. Las familias ricas llevaban una bula de oro y los menos ricos llevaban un trozo de cuero. Cuando llegaban a la adolescencia dejaban la bula y la toga pretexta y la consagraban a los dioses lares.
Plutarco en sus escrituras describe como es una “bulla”. Es un medallón en forma de bola y una toga bordada de púrpura. Plinio el Viejo relata que el rey romano Tarquino el Antiguo, otorgó una bulla de oro a su hijo de catorce años por haber matado, en combate, a un sabino.
En el Medievo se le dio nombre de bula a cualquier carta de príncipes o reyes que llevara un sello de oro, plata o plomo. En el siglo VI se comenzó a llevar un sello circular generalmente de plomo. Finalmente se denominaba bula a los escritos de los papas sobre asuntos muy importantes.

La bula de Inocencio VI

Una bula de Inocencio VI, que fue Papa desde 1352 a 1362 en Avignon,  se encontró de casa de Ana Carmen  Ibáñez en Ujué, lo que significa que puede que alguien que vivió en esa casa hace mucho tiempo recibiera esta bula.

La bula tiene dos caras: el anverso y el reverso. En el anverso están San Pedro y San Pablo y entre los dos hay una cruz. El reverso nos indica que papa ha emitido la bula.

Para averiguar de que material está hecha la bula hicimos lo siguiente:

1- Pesamos la bula que pesaba 49,800 g.
2- Calculamos el volumen. Para ello la metimos en una probeta con agua. Su volumen es de 6 ml.
3- La densidad la calculamos dividiendo la masa por el volumen y se obtuvo 8,16 g /ml.
4- Después miramos en internet y descubrimos que estaba hecha de plomo.

En tiempos  se llamaba bula a un papel muy antiguo que compraba la gente que tenía dinero. La bula era como una especie de permiso. Si comprabas este permiso podías comer carne en los días de cuaresma. Los que no se lo podían permitir por falta de dinero tenían que conformarse y no podían comer la carne.

Sellado con lacre

LACRE

LACRE

Más tarde, para certificar que un documento era auténtico se sellaba. Para sellar con lacre, tienes que partir el lacre en trozos pequeños y ponerlo a fuego lento dentro de un recipiente. Cuando ya está derretido, con una cuchara vas echando el lacre y seguido pones la matriz y la presionas unos segundos.

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SOBRE LACRADO

MATRIZ Y SELLO

MATRIZ Y SELLO

LA CONSERVACIÓN DE LOS ALIMENTOS

Antiguamente había distintos métodos para conservar los alimentos. Algunos para mucho tiempo y otros para poco.

Los que te permitían conservar la comida durante mucho tiempo eran los siguientes:

Salazón

El salazón consiste en conservar los alimentos echándoles sal. Los efectos que tiene el salazón son: La deshidratación, el aumento del sabor y la inhibrición de algunas bacterias. Cuando el alimento lo sacaban de la sal le frotaban con pimentón rojo para que se conservara más tiempo.

Escabeche

Se utilizaba para conservar la caza. La cocinaban con aceite, cebolla, ajos, vinagre y agua. Posteriormente las embotaban al baño María para su conservación.

Adobado

Consiste en freír el alimento con sal y ponerlo en tinajas llenas de aceite.

Ahumado

Antiguamente en los maderos ponían clavos y colgaban la panceta, la longaniza, …para que se secara con el humo que salía del fuego del hogaril. 

Para guardar los alimentos durante poco tiempo se utilizaban los siguientes métodos:

Fresquera

Es un armario de madera cuya puerta está hecha con malla para que en su interior corra el aire. Se solía colocar en los sitios más frescos de la casa.

FRESQUERA

FRESQUERA

 

 

FRESQUERA

FRESQUERA

 

 

 

 

 

 

Ventana

Los alimentos se sacaban por la noche a la ventana para que se airearan y conservaran porque hace más frío durante la noche que durante el día. Se decía que se sacaban a serenar.

LA PORTADA NORTE

Esta portada representa lo malo, a todos los personajes que aparecen les pasa algo desagradable excepto a Sansón, que representa la fuerza. La idea que sugiere es la lucha entre el pecado y la salvación.

Empezando por la izquierda hay un atlante, después hay un mono con unas uvas tocándose el culo; un exhibicionista, que puede que esté borracho tocándose con una mano los genitales mientras que con la otra sostiene una redoma; dos momentos de lucha de Sansón contra el león; en el primero Sansón sostienes una rama de árbol y en el segundo está matando al león,  rompiéndole las fauces. Luego hay dos mujeres peleando que representan la ira y un mono  tocando la gaita. Las últimas figuras son unos híbridos (mitad humano mitad animal) luchando.

La parte derecha se ilustra con varias escenas que muestran el viaje de las almas pecadoras al infierno. La primera es una joven que lleva un demonio sobre su cabeza y está gritando mientras es exorcizada por un sacerdote ante su madre. En la siguiente, puede que sea la misma joven, libre del demonio, entregando un objeto a dos diablos que cargan con las almas de los condenados. Después está la boca de Leviatán con su cancerbero (perro mitológico de tres cabezas que guardaba el infierno) que nos muestra el infierno y los condenados que gritan entre sus fauces. Las siguientes son dos caras barbadas y dos híbridos. La última es la cabeza de una reina. El atlante del principio y la cabeza de la reina sujetan todos los capiteles.

Encima de la puerta hay un crismón. Es una pieza circular con una cruz y tiene las iniciales P, S y las letras griegas Alfa y Omega. Este crismón representa a Cristo. 

CRISMÓN DE LA PORTADA NORTE

CRISMÓN DE LA PORTADA NORTE

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ESTA ES LA CABEZA DE LEVIATÁN. DENTRO DE SU BOCA TIENE LAS ALMAS DE LOS PECADORES.

 

EL CORAZÓN DE CARLOS II

EL CORAZÓN DE CARLOS II

EL CORAZÓN DE CARLOS II

Estaba durmiendo Carlos II en Pamplona, se le cayó la vela al suelo, empezó a arder la ropa y se murió. Tenía 58 años y murió en el año 1.378. Si viviera ahora tendría 693 años.

Fue Samuel Trigo y le sacó el corazón. En una caja lo metió y lo llevaron a Ujué. Acudió mucha gente al funeral. Ahora el corazón está oxidado. Está gris porque ha pasado mucho tiempo y porque tenía sangre y la sangre contiene hierro. Sus entrañas las enterraron en Roncesvalles y en Pamplona su cuerpo.

LA ZAPATILLA Y EL CALCETÍN

Una mañana de verano de 1992 había una zapatilla y un calcetín en una lujosa mansión cerca del mar. Un día la zapatilla, como había mucha humedad por estar cerca del mar, empezó a oler muy mal y el calcetín estuvo muchos días oliendo aquel horrible mal olor.

Después de un mes, el calcetín se acordó de que los humanos guardaban un bote de polvos de alumbre que eliminaba el mal olor de los pies y el calcetín quería ir a por los polvos, pero se tenía que arriesgar porque había un perro en el salón. Por la noche, cuando todos los humanos estaban dormidos, el calcetín salió. Vio que el perro estaba despierto, así que esperó hasta la media noche. A media noche el calcetín salió y consiguió entrar al baño. Al entrar al baño tuvo que escalar un armario porque el bote se encontraba en la última balda y por fin lo consiguió. Cogió el bote y se fue de nuevo al cuarto mientras el perro seguía durmiendo. Echó unos pocos polvos del bote a la zapatilla y, como por arte de magia, la zapatilla dejó de oler.

Y el calcetín nunca más se tuvo que preocupar por la zapatilla ni por su olor. A partir de ese día siempre estuvieron juntos.

 

 

EL MILAGRO DE TOBI

El 12 de abril del 2004 me levanté de la siesta y  me encontré al salir de casa a un perrito que en su collar ponía «Tobi». Era un perro marrón, su cuerpo era pequeño y sus patas eran blancas. Tobi tenía  muy mal aspecto, su pelo se le caía y me pedía a gritos que le ayudara. Al cabo de un rato, apareció su dueño que era gordo, feo y tenía mal genio. Yo le pregunté por su nombre y él me dijo que se llamaba Mario, pero, yo noté que no le hacía mucha gracia que yo estuviera acariciando a su perro. Al cabo de un rato, Mario subió a su casa y bajó con una escopeta. Yo me quedé paralizada sin entender lo que quería hacer con eso. Tuve dudas de si pretendía matarme a mí o al perro, pero, al rato entendí que no iba conmigo la cosa. Tobi no paraba de ladrar, su cuerpo temblaba y parecía tener peor aspecto que antes.  Yo empecé a gritar e intenté hablar con Mario y le pregunté la razón por la cual quería matar a ese perro. Él me dijo que su perro no cazaba muy bien y siempre que lo sacaba a cazar iba detrás de él. Por eso quería matar al pobre Tobi. Yo intenté calmar la situación e intenté convencerle de que era un perro muy bonito y que igual con el tiempo llegaría a cazar. A Mario le faltaba poco para disparar cuando yo me lancé hacía él y le dije que si mataba al perro antes me mataba a mí. Él se enfado conmigo y me dijo que le dejara en paz que cada uno hacía con su  perro lo que quería. Yo le dije que me diera a Tobi, que yo iba a cuidar muy bien de él y que nunca le iba a faltar de nada. Mario no dudó ni un segundo y me dijo que le daba igual como lo cuidara, que él lo único que quería era deshacerse de él y por eso no le importó dármelo. Dos meses después, me encontré al dueño y me preguntó por Tobi, algo que no me habría esperado nunca de él. Yo le dije que estaba bien y que parecía otro. Él me pidió perdón por lo ocurrido y yo le perdoné.

EL ANILLO ROBADO

Henry y Susan eran dos hermanos que vivían en un pequeño pueblo de Inglaterra. Henry tenía diez años y su hermana Susan ocho. Los dos se llevaban muy bien. Casi nunca pelaban, no se enfadaban el uno con el otro y siempre se ayudaban. Todos los días, al salir del colegio, Henry esperaba a su hermana para ir juntos a casa para comer. Un día, mientras los dos se dirigían a su casa vieron un cartel pegado sobre  una farola y como tenía las letras tan grandes y llamativas, decidieron  leerlo. El cartel decía:

Dos ladrones han robado un anillo de la familia más rica de Inglaterra y lo han escondido. Este anillo tiene un valor incalculable. Los dueños ofrecen una recompensa de 10.000 libras para quien lo encuentre. Por favor si lo hallan o si saben alguna pista de donde está vayan cuanto antes a la casa de la familia. Gracias”

Los niños arrancaron el papel y se lo llevaron a casa. Cuando llegaron se lo enseñaron a su padre y Henry le decía a su padre que si encontraban el anillo podrían ser ricos, tener todo lo que les faltaba, pero su padre le decía que la posibilidad de encontrar el anillo era una entre un millón y que mucha gente se pondría a buscarlo porque todos necesitan ese dinero. El padre les dijo que no insistieran más porque no iban a encontrarlo.

Después de comer los niños fueron al colegio y mientras esperaban para entrar siguieron dándole vueltas al asunto del anillo. Sonó el timbre y los dos hermanos se fueron cada uno a su clase. Mientras Henry estaba en clase, pensaba como encontrar el anillo, si fuera un ladrón donde escondería un anillo tan valioso. Al día siguiente ya era sábado. Henry despertó a su hermana y les dijo a sus padres que se iban al campo con sus amigos a jugar y que volverían para la hora de comer. Los padres de Henry y Susan no pusieron ninguna pega. Antes de marcharse los dos niños cogieron unas palas del garaje por si surgía alguna pista para encontrar el anillo porque cabía la posibilidad de que lo hubieran enterrado. Mientras todos sus amigos se diviertían Henry estaba sentado en un banco pensando en el anillo.

De repente unos hombres vestidos de negro y con unas palas pasaron delante de Henry. Estas dos personas iban diciendo que estaba muy bien escondido, que esconderlo debajo de la gran R había sido una gran idea, que seguramente nadie lo encontraría allí. Henry, al oír esto, empezó a pensar donde estaría la gran R y qué habrían escondido debajo esos hombres. En ese momento se le encendió la bombilla y entendió todo. La familia a la que habían robado el anillo era la familia Robinson. Los Robinson, al ser la familia más rica de Inglaterra, tienen la primera inicial de su apellido colocada en el monte donde los niños van a jugar. También comprendió que lo que habían escondido era el anillo y que esos dos hombres vestidos de negro eran los ladrones.

Henry cogió a Susan de la mano y se fueron directamente a la gran R. Henry le explicó todo a su hermana y enseguida se pusieron a excavar. Pasados diez minutos, Susan encontró un pequeño cofre. Lo abrió y vieron un anillo de oro con un diamante en el medio. Los dos hermanos se pusieron muy contentos y se fueron rápidamente a su casa. Muy deprisa le explicaron todo a sus padres y todos se dirigieron hacía la casa de los Robinson. Cuando llegaron les abrió la puerta un mayordomo que les preguntó quienes eran. El padre de Henry y Susan le explicó todo y enseguida les dejo pasar. En el gigantesco salón de la familia estaban el señor y la señora Robinson y sus dos hijos: Peter y Eli. La señora Robinson, al ver el anillo, fue corriendo hasta donde estaba la familia de Henry y les agradeció mucho todo lo que habían hecho por encontrarlo. El señor Robinson les entregó el cheque prometido y les deseó que todo les fuera muy bien porque eran una familia muy generosa. Después de eso la familia de Henry vivió feliz y contenta.  

HISTORIA DE LA LECHE EN UJUÉ

Hace mucho tiempo, se consumía en el pueblo leche de cabra y leche de vaca.

Leche de cabra

 En Ujué, hace años, había muchas cabras en las casas y también había cabrerías. Cada familia tenía una o dos cabras que iban solas hasta la cabrería del pueblo y por la tarde volvían a casa después de haberlas paseado el cabrero. 

Tenían cabrería Paco Ayesa, Felix Zabaleta, Romualdo Sendoa, Jesús Alcuaz, Feliciano Alcuaz, Paco Sendoa, Jose Mª Sendoa, Felix Ugalde, Paco Burgui, María Izco, Esperanza Izco, Arcángela Izco y el último cabrero del pueblo fue Manolo Jurío que encerraba las cabras en la cabrería comunal. Fueron también cabreros del pueblo Babil Sola, José Aldunate y Luis Ibáñez Olleta.

La leche se vendía en Ujué, en San Martín de Unx, Murillo el Fruto, Carcastillo y Lerga. El autobús «La Tafallesa»  llevaba la leche en lecheras de metal a Tafalla para venderla. Con la leche que sobraba, se elaboraba queso y del suero o chiricote se hacía el requesón. El líquido que sobraba servía de comida para  los cerdos.

Subastaba hierba el ayuntamiento y los pastores las compraban para un año. En cada hierba había un corral con cubierto y serenau y ahí cerraban las cabras. Se cerraba con una puerta que se llamaba caleta.

En la primavera las cabras parían y cuando más leche daban era en verano. Se ordeñaban por la mañana y se colaba la leche a pozales.

Ahora solo tienen cabras Roberto y Pedro Ramón y sirven para guiar a las ovejas.

Leche de vaca

LECHERAS

LA GARRAFA TIENE 25 L. Y LA LECHERA 3 L.

La leche también se obtenía de las vacas y de las ovejas. La leche que vendían en el pueblo era de vaca. Las señoras iban a las casas donde la vendían a comprarla con una lechera. Había ganaderos de vacas que iban por los pueblos a vender su leche.

Antiguamente  tenían vacas lecheras de raza holandesa:Benito Zoroza, Hipólito Ibañez, Alejandro Sola, Amadeo Sendoa, Ana Ugalde, Josefa Ongay, Nieves Burgui, Antonio Olleta, Pedro Garcés, Teresa Izco, Juan de Dios Garriz, Secundiano Goyén y Josefina Zubiri que fue la última que tuvo vacas lecheras en Ujué.

Cuando una vaca tenía un ternero lo separaban de la madre y la leche que la vaca producía parte se la daban al ternero y el resto  la vendían.

Cuando el ternero se hacía grande lo llevaban a vender a la feria. Cuando la vaca producía poca leche, para obtener más, tenía que tener otro ternero. Esto tambíen ocurria con las ovejas y con las cabras.

Las vacas lecheras solían estar en el campo pero en los últimos años Josefina Zubiri las tenía encerradas en una granja. Al principio las ordeñaba a mano pero luego compraron una ordeñadora eléctrica.

Vendían la leche en sus casas y allí iban a comprarla aunque algunas personas las llevaban a las  viviendas. Por ejemplo,  Ana Ibañez llevó al cuartel de la guardia civil.

En la casa ponían la leche a hervir para quitar los gérmenes. Salía una capa gruesa de nata que se la comían con azúcar entre pan y pan.

Cuando las chicas jóvenes iban a por la leche se entretenían dándole vueltas a la lechera sin la tapa y con leche dentro. Ésta no se caía.

Más tarde hubo otras personas como Eduardo Burgui Clavería y Alfonso Ibañez que tuvieron  vacas para vender su carne.